5 viajes TOP para tu LUNA DE MIEL
Un safari muy auténtico en Sudáfrica
Si te fascina la vida salvaje, visitar una reserva natural, un lujoso lodge o un parque nacional son planes perfectos para disfrutar de la auténtica aventura del país.
En la provincia de Cabo Occidental (Western Cape), Gondwana Private Game Reserve ofrece un safari con mayúscula a menos de 4 horas en coche desde Ciudad del Cabo, una de las urbes más bonitas del mundo. Con 11.000 hectáreas, es conocida por ser la única reserva de fynbos (plantas de hojas finas y la formación vegetal más abundante en la región del Cabo en Sudáfrica) y con los “Cinco Grandes” del mundo. Podrás contemplarlos junto con otros animales como la jirafa, la cebra, el hipopótamo y el antílope paseando a tus anchas con las bellas vistas de las montañas de Langeberg y Outeniqua como escenario de fondo. Kwena Lodge ofrece un alojamiento increíble en lujosas villas en mitad del parque.


Zhejiang, el origen de la civilización china
Es la quintaesencia de la China milenaria y moderna. Mundialmente conocida por su producción de té, seda y arroz, es una de las provincias más prósperas, desarrolladas y densamente pobladas del país.
Su exuberante naturaleza, su inagotable patrimonio cultural y arquitectónico, y su herencia son algunas de las razones por las que Zhejiang es el gran destino emergente del país.
Esta región guarda parte de la herencia del budismo chino, en sus paisajes y templos se hunden las raíces de sus rituales y creencias, que resuenan en la Montaña Tiantai, destino de peregrinaje conocido por los habitantes de la zona como “la escalera hacia el cielo”.
La vibrante capital de Zhejiang, Hangzhou, fue considerada en la Edad Media como el Paraíso Terrenal, y hoy es una bulliciosa ciudad rodeada de naturaleza, con espacios de compras y artesanía como su pintoresca Calle Qing He Fang, la imponente Pagoda de las Seis Armonías o el interesante Museo de la Medicina Tradicional China.


El exótico Estambul
Surcar el Bósforo en un barco privado para descubrir los barrios judíos de Balat y Fener, en el Cuerno de Oro, y completar la experiencia disfrutando de una las mejores vistas panorámicas de la ciudad en la terraza de uno de los restaurantes más selectos y populares de Estambul puede convertirse en uno de los planes más románticos que hayas imaginado nunca.
Algunos de los imprescindibles de este viaje son el Hipódromo Romano, la Basílica de Santa Sofía, la Cisterna Bizantina de Yerebatan, la Mezquita Azul… vestigios de los grandes imperios de la historia.


Un paseo por Manhattan
No hace falta haber viajado a Manhattan para conocerla. Todos seríamos capaces de identificar su paisaje urbano, centenares de veces reproducido en el cine. Al visitarla por primera vez se experimenta una sensación extraña, casi onírica, como si ya hubiéramos estado aquí antes…
Quién no tiene en mente Central Park, que se extiende paralelo a la Quinta Avenida, el Rockefeller Center, el rascacielos Chrysler, el Empire State… Chinatown, ya en la zona sur, o Lower Manhattan, donde los edificios pierden altura y brillo pero sus bulliciosas calles ganan encanto.
Regalada por el gobierno francés en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, la Estatua de la Libertad te sorprenderá, aunque la hayas visto mil veces en el cine.
La otra colosal obra de ingeniería del bajo Manhattan es el puente de Brooklyn, que sirvió para unir los dos distritos más importantes de Nueva York, pero no para fundirlos. Brooklyn conserva su carácter propio, un particular acento y una extraordinaria devoción por el béisbol.


La magia de la India
Coloridas alfombras sobre el suelo, que se vuelve casi blanquecino bajo la deslumbrante e intensa luz; flores con pétalos de una variedad cromática infinita; telas gaseosas movidas por las brisas que arrastran olores a cardamomo, a jengibre, a cúrcuma… A la sombra se refugian pintorescos personajes con llamativos atuendos y vestimentas, bigotes y turbantes, rodeados de animales y objetos pintorescos, tan exóticos los unos como los otros. Esta visión de la India ha enamorado a no pocos viajeros románticos.
Viajar a la India es enfrentarse a un choque radical de culturas, sensaciones y experiencias. India impacta, sobrecoge, empequeñece al viajero. Pero a cambio ofrece la inestimable ocasión de deshacerse del mundo y embarcarse en un recorrido exótico e inolvidable.
Delhi es la puerta de la India. Lo fue desde la antigüedad más tardía. También lo fue a lo largo de la historia, albergando hasta ocho ciudades diferentes, cada una sobre los restos de la anterior. Luego, desde la capital, el desplazamiento obliga a viajar al sur, hacia las regiones de Mewar, Kota, Sirohi o Bundi.

