La menor de las Pitiusas es un contraste de colores, es luz y aire. Un aire en el que se respira calma y tranquilidad. Una luz mágica que tiñe todos sus rincones con tonalidades únicas, creando una atmósfera sin igual.
El Mar Mediterráneo ha escondido siempre entre sus aguas grandes tesoros. Desde tiempos remotos, ha sido navegado en busca de fortunas y lugares nunca vistos. Uno de ellos es la isla de Formentera, un horizonte sin fin con una costa de 70 kilómetros de playas, calas y rincones solitarios, que esconden verdaderos paraísos a los que pocos se pueden resistir, como los bancos de arena blanca, su mar azul turquesa o el verde oscuro de las praderas de Posidonia, el auténtico secreto de la pureza y transparencia de sus aguas. Un destino como pocos, que invita a perderse y encontrarse a un mismo tiempo.
Visitar Formentera significa disfrutar del auténtico y sosegado modo de vida de sus habitantes al que resulta fácil acostumbrarse y que solo trae beneficios para la mente, el cuerpo y el alma.
La costa de Formentera tiene muchísimos lugares increíbles para disfrutar de su cálido sol, arena blanca y aguas transparentes. En la isla encontrarás desde pequeñas calas solitarias hasta playas de ensueño con kilómetros de extensión, zonas rocosas e islas privadas de disfrute público. Toma nota: te fascinarán Ses Illetes, Cala Saona o Migjorn. También existen parajes recónditos e idílicos como Es Caló de Sant Agustí, una pequeña población de tradición pesquera con un peculiar puerto natural y restaurantes tradicionales.
Otro de los puntos fuertes de la isla es su patrimonio natural y su paisaje casi salvaje; el 70% del territorio natural de Formentera está protegido y ha evolucionado de modo más pausado que el del resto de las Islas Baleares, convirtiéndola en una opción muy apetecible para los amantes de la naturaleza.
La artesanía es uno más de los tantos atractivos de la isla por lo que los mercadillos (que tanto nos gustan) son parada obligada. El mercado artesanal de La Mola, que tiene lugar todos los miércoles y domingos por la tarde, se ha convertido en un importante punto de encuentro. En su plaza central se puede disfrutar de música en vivo y sus alrededores se animan con las terrazas de los bares vecinos. Te encantará también El Mercado de arte de Sant Ferrán, un estupendo punto de venta de artesanía, que se monta casi todos los días.
No puedes perderte el Faro de la Mola. Situado en la parte este de la isla, es considerado por muchos como un faro del fin del mundo. Al igual que el Faro de Barbaria. La imagen de un paisaje casi desértico, una carretera estrecha, el edificio lejano en el centro y el azul del mar al fondo, forma parte del imaginario cinematográfico colectivo por la película Lucía y el sexo.
Artículo en colaboración con Hoteles.com. Todas las opiniones que aquí se recogen, son responsabilidad de ASM MAGAZINE.