Rolex presenta la nueva generación de sus relojes Oyster Perpetual. La gama se enriquece con un nuevo modelo, el Oyster Perpetual 41, y con modalidades del Oyster Perpetual 36 que lucen esferas de colores luminosos.
Los reflejos de la luz sobre los flancos de la carrura resaltan las refinadas formas de su caja Oyster, fabricada en acero Oystersteel, de respectivamente 41 mm o 36 mm de diámetro y coronada con un bisel abombado.
La quintaesencia del Oyster
El Oyster Perpetual es el heredero directo del Oyster original, primer reloj de pulsera hermético del mundo, sobre el que Rolex ha construido su reputación desde 1926. El Oyster Perpetual posee todos los atributos fundamentales de la colección Oyster Perpetual, a saber, excelente precisión cronométrica, hermeticidad de la caja Oyster y cuerda automática del movimiento por rotor Perpetual. Muestran las horas, los minutos y los segundos, están fabricados exclusivamente en acero Oystersteel y presentan acabados cuidados: son la forma más depurada del cronómetro de muñeca. El tratamiento antirreflejos aplicado en el reverso del cristal de zafiro en la nueva generación del Oyster Perpetual garantiza una legibilidad óptima de la esfera.
Calibre 3230
Las modalidades presentadas del Oyster Perpetual 41 y del Oyster Perpetual 36 están equipadas con el calibre 3230, un movimiento completamente desarrollado y manufacturado por Rolex, presentado este año. Este movimiento mecánico de cuerda automática, a la vanguardia de la tecnología relojera, ha sido objeto de varios depósitos de patente. Ofrece mejoras esenciales en materia de precisión, autonomía, resistencia a los golpes y a los campos magnéticos, comodidad de uso y fiabilidad. Lleva un mecanismo de cuerda automática por rotor Perpetual. Gracias a su arquitectura de barrilete y al rendimiento superior de su escape, posee una reserva de marcha de aproximadamente 70 horas.
La esfera confiere al reloj un rostro y una identidad propios.
Además, permite visualizar las funciones: horas, minutos, segundos, fecha y otros indicadores de tiempo. La esfera, interfaz entre quien lleva el reloj y el movimiento mecánico del mismo, debe dar cabida a toda la información proporcionada por las manecillas en un espacio muy reducido, y a la vez respetar estrictos criterios estéticos y de legibilidad.
La creación de esferas es un verdadero métier d’art, la suma de numerosas habilidades que exigen tanto un gran talento artístico como el uso de la tecnología más puntera. Son muy pocas las casas relojeras que, como Rolex, reúnen bajo su propio techo todos los aspectos de la creación de las esferas, desde el diseño hasta la producción.