PALODÚ, LA MADUREZ DE UNA COCINA CON ALMA ANDALUZA Y MIRADA CONTEMPORÁNEA

Recomendado por la Guía MICHELIN y galardonado con un Sol Repsol, Palodú representa hoy la evolución de una cocina que emociona sin artificios, hecha desde la verdad y el respeto al sabor.

Palodú es la historia de dos cocineros, Cristina Cánovas y Diego Aguilar, que hace más de una década decidieron abrir un pequeño restaurante en el barrio de Teatinos (Málaga) con una única ambición: cocinar con verdad. Hoy, ese sueño de juventud se ha transformado en una de las propuestas gastronómicas más sólidas y personales de la ciudad, reconocida con un Sol Repsol 2024 y recomendada por la Guía MICHELIN.

Su nueva etapa, inaugurada a finales de 2023 en el centro histórico de Málaga, marca un punto de inflexión: un espacio íntimo y elegante donde la cocina, la sala y el comensal se funden en una misma experiencia.

Una historia de crecimiento y convicción

“Palodú es el proyecto soñado de ambos”, resumen Cristina y Diego, que comenzaron su aventura con apenas 22 años. Tras formarse en cocinas como El Lago, Tickets, Tragabuches o Mugaritz, el tándem decidió llevar a Málaga lo aprendido fuera, apostando desde el inicio por una gastronomía honesta y sin artificios.

El proyecto nació en 2014 como un gastrobar de barrio, pero su vocación era otra. Con los años, la madurez profesional y vital del equipo condujo a un formato más exigente y emocional. “Palodú ha crecido con nosotros. Hemos aprendido de los errores, de la gente y de cada plato. Lo que somos hoy es fruto de ese recorrido”.

La pandemia y una serie de obstáculos marcaron un antes y un después. Aquella etapa culminó con una decisión valiente: cerrar en Teatinos y renacer en el corazón de Málaga, justo detrás del mercado de Atarazanas. “Nos reinventamos desde cero. Cambiamos la cocina, el diseño, la manera de recibir al cliente. Queríamos que cada persona que cruzara la puerta sintiera el cariño y la hospitalidad de nuestra casa”.

La cocina dual: un lenguaje compartido

En Palodú no hay jerarquías ni etiquetas. La cocina es dual: dos voces, dos sensibilidades, una sola propuesta. Cristina Cánovas y Diego Aguilar crean a cuatro manos, probando, discutiendo y puliendo cada detalle hasta alcanzar el equilibrio perfecto.

La búsqueda del sabor es esencial. No sale un plato sin que los dos estemos de acuerdo. Cocinamos desde la emoción, desde la raíz y con el máximo respeto al producto”.

A esta forma de entender su trabajo la llaman “cocina dual”, un concepto que une la intuición y delicadeza de Cristina con la calma y el rigor técnico de Diego. Ambos comparten una misma raíz: la defensa del recetario tradicional andaluz, reinterpretado desde una mirada contemporánea y con absoluto respeto por el producto. Su cocina no busca deslumbrar con artificios, sino emocionar desde la verdad.

“Venimos de una tierra donde las ollas siempre están al fuego. Nuestra cocina huele a caldos, a sopas, a salsas, a guisos lentos. Cocinamos como se hacía antes, pero con lo que sabemos hoy”, cuentan.

Su propuesta mira al territorio con inteligencia y cariño, transitando entre guisos tradicionales y reinterpretaciones que conectan pasado y presente. Trabajan con producto de proximidad, tanto del mercado de Atarazanas, que marca el ritmo de las temporadas, como de su propio huerto en Campillos (a 80 km de Málaga), donde cultivan ingredientes que luego trasladan al menú con la misma naturalidad con la que cocinan: desde el respeto, la memoria y la emoción.

Algunos clásicos como el gazpachuelo de salmonete y patata, un homenaje a Málaga y uno de los platos más queridos del restaurante o el cordero a baja temperatura con reducción de su propio jugo están presentes desde sus inicios en Teatinos y conviven con creaciones que evolucionan cada temporada.

 

Los postres y una bodega dirigida por Ana Cánovas completan el discurso. Ana, sumiller y hermana de Cristina, apuesta por pequeños productores, vinos artesanales y elaboraciones familiares, en coherencia con la filosofía del restaurante. Una carta no muy extensa, pero en constante evolución.

La sala

Si algo define a Palodú es la cercanía. En la sala, Nacho Maraña dirige el servicio con precisión y calidez, mientras Ana Cánovas interpreta el maridaje y acompaña al comensal desde la empatía.

“La hospitalidad lo es todo”, dicen. “Una sala puede elevar un menú o hacerlo inolvidable. Queremos que quien venga se sienta cuidado, atendido, con el cariño de quien recibe en su casa”.

El diseño interior, firmado por Lago Interioriza, refuerza esa idea: materiales nobles, luz cálida, texturas naturales y una cocina abierta que invita a participar del proceso. “Buscábamos calma, elegancia y cercanía. Que quien entre olvide el ruido y se quede con lo esencial: disfrutar”.

 

Presente y futuro

Tras obtener su primer Sol Repsol en 2024 y la recomendación MICHELIN, Palodú vive su momento más maduro y prometedor. “Estos reconocimientos nos han dado fuerza para seguir soñando. Nuestro objetivo es llegar tan lejos como podamos, con esfuerzo y corazón.”, confiesa el dúo.