¿Quién no conoce a estas alturas a la actriz y productora cinematográfica Macarena Gómez? Esta temporada regresa con muchos proyectos como cabeza de cartel, como productora y con un nuevo estreno internacional
¿Qué valoración haces de este último año como productora cinematográfica?
La labor de productora es un proceso muy satisfactorio e inmensamente duro al mismo tiempo. Me satisface ser conseguidora, proponerme algo y hacer que se materialice, pero es una lucha que hasta que se logra, resulta agotadora.
Ahora que estoy al otro lado de la cámara empatizo y entiendo a los productores. No puedo decir más de esta profesión que admiro enormemente a aquellos que buscan financiación para levantar proyectos y que luego los ejecutan. He aprendido a base de preguntar, pedir consejos a gente del sector y, sobre todo, a base de equivocarme. ¿Mi valoración? Algunos proyectos me han salido bien y otros mal. Pero de los errores se aprende.
¿Cómo compaginas la producción con los proyectos cinematográficos?
Desde chica siempre me apliqué el dicho de “quien quiere, puede”, así que, aunque no tenga tiempo, me lo invento. Eso sí, el tren se ha convertido en mi oficina móvil: leo guiones, los estudio…
Como productora, ¿es difícil lidiar con los egos?
Sobre todo, hay que tener mucha empatía y psicología para entender las necesidades y exigencias de cada persona involucrada en el proyecto.
¿Sientes que tienes más libertad como productora que como actriz?
Pues ahora mismo no. Cuando produzco tengo la libertad de elegir el proyecto, pero me encuentro con muchos factores humanos y materiales que condicionan el proceso creativo y, por lo tanto, el resultado final.
Como actriz siempre me he encontrado con la libertad absoluta para crear mi personaje, eso sí, siempre respetando el guion y la opinión del director.
Has vuelto bajo la batuta del cineasta Miguel Martí con quien rodaste su primera peli también como protagonista, Sexykiller morirás por ella. ¿Cómo ha sido este reencuentro?
Miguel es uno de mis grandes amigos de la profesión y compañero de batallas, 20 años han pasado ya desde que nos conocimos. Tras rodar Sexykiller creamos una gran amistad. Como amigo y gran realizador que es, tiene un sentido excepcional para rodar comedia, siempre le he apoyado en todos sus proyectos (vean o no la luz) tanto como actriz como productora. Nos reímos, pero también discutimos trabajando y eso se debe a que nos conocemos mucho.
Macarena, ¿necesitamos más humor en nuestras vidas?
Por supuesto. Sobre todo, debemos aprender a distinguir lo importante de lo banal y saber reírnos de nuestras propias situaciones y de nosotros mismos. Está ampliamente demostrado que la risa te hace sentir más feliz.
Has regresado al cine internacional nada más y nada menos que como protagonista y compartiendo cartel con Ed Westwick. ¿Cómo te llegó este papel?
Es cierto, mi primera peli extranjera fue The Black gloves ya en 2017. Deep Fear es una película para Netflix. Gracias a las plataformas el cine se ha internacionalizado aún más y me ha dado la oportunidad de abrirme a nuevos mercados. El productor me había visto en varios circuitos de festivales y gracias a mi amigo Stany Coppet (actor que interpreta a mi hermano en la película) tuve una reunión con el director y decidió que debía estar en el proyecto.
Un naufragio, 850 kilos de cocaína y tiburones tigres. ¿Cómo se conjuga esto?
El rodaje tuvo lugar en Malta, país del que me he enamorado locamente. Malta cuenta con unos magníficos estudios de cine que incluyen un Water Tank y en donde se han rodado blockbusters como Troya o Gladiator. Fueron días duros de rodaje, metida en el agua en el mes de marzo. La temperatura no corría a nuestro favor. Pero cosas más duras he hecho. Es una película que se conoce como fenómeno Sharknado. Es una cinta sin pretensiones que quiere que el espectador pase un buen rato intentando averiguar quién va a ser la próxima víctima del tiburón: la típica película que yo iría a ver al cine. No hay diferencia entre rodar una peli nacional, británica o dominicana, el cine es ya muy universal. Hay grandes profesionales en todas partes.
Vuelves al ruedo en lo que parece que te sientes más cómoda -el cine de terror- con el nuevo thriller con tintes de terror de Juanfer Andrés y Esteban Roel (Tabula Rasa), ¿es así?
Sí, de manera no premeditada y natural parece que me siento cómoda haciendo género de terror, en este caso un thriller psicológico. Nos atraemos mutuamente. ¿La razón? Me gusta indagar en los mundos y personajes alienados, quizá porque distan mucho de mi forma de ser y ese camino a recorrer me resulta atractivo y desafiante.
Interpreto a Leo, esposa y madre. Ante la desaparición de mi hijo entro en barrena y pierdo la noción de la realidad o, al contrario, descubro mi nueva vida, totalmente contraria a lo que pensaba que era.
En la segunda entrega de 30 monedas has compartido rodaje con el actor Paul Giamatti. Cuéntanos cómo ha sido esa experiencia.
Adoro a Paul. Entre nosotros se creó una bella relación que aún perdura. Es un tipo muy humilde y generoso. Es un hombre de apariencia seria que esconde un inteligente sentido del humor, además de ser un excelente actor. Además, adora nuestro país.
¿Cuál ha sido el director que más te ha marcado?
Alex De la Iglesia. Con él, tanto como productor como director, he crecido como actriz. Montse, mi personaje en Musarañas (producida por él) fue un punto de inflexión en mi carrera. La gente ya no me veía como una actriz de comedia y supo valorarme como actriz dramática. Él también me ha dado la oportunidad de darme a conocer internacionalmente, y siempre se lo agradeceré.
¿Qué cosas te mantienen motivada para seguir trabajando al máximo nivel?
El amor incondicional hacia mi trabajo. Siempre digo que soy una afortunada por vivir de una profesión que me apasiona y me hace inmensamente feliz
¿Qué te gusta hacer para desconectar?
Pasear a caballo entre los viñedos de mi pueblo y, sobre todo, viajar y explorar nuevos lugares.
¿Nuevos proyectos en el horizonte?
Estoy intentando levantar financiación para varios proyectos, lo cual es algo muy difícil y lento. Como actriz he de rodar una película de acción titulada Hora y vente, dirigida por Marc Romero. ¡Qué ganas! Y a la espera de que se la película Mi otro Jon, y también la segunda temporada de Sagrada Familia en Netflix.
¿Cuál es la mayor satisfacción que te dado tu trabajo?
Poder jugar (y digo jugar porque aparte de trabajo lo considero un juego) a ser “otra persona”.
¿Te queda alguna meta por alcanzar?
Siempre quise rodar en inglés con algún actor de Hollywood y casualmente el año pasado lo logré por partida doble; trabajé con Paul Giamati en 30 monedas y Ed Westwick en Deep fear. Pero, por supuesto quiero más. Me encantaría trabajar en otro idioma, poderlo defender y si necesito aprender un nuevo idioma, eso nunca será un problema. De hecho, hace un par de años tuve que memorizar una canción en coreano para La Piedad de Eduardo Casanova.