Daniel Font, head bartender, es el artífice de 11 cócteles de autor con una sesuda elaboración y una original presentación; embajador de la mixología latina en Madrid, El Patio, una de las estancias de MamaQuilla, invita a descubrir las distintas caras de Latam a través de tragos viajeros, canallas y atrevidos
En ese lugar en el que el cóctel es el principio, el final y el intermedio perfecto de cualquier cita, ahí es donde nace El Patio. Su ubicación ya es toda una declaración de intenciones: es una de las estancias de MamaQuilla (José Abascal, 61), la casa de la cocina latina en la capital. Con el mismo sentir de la casa madre, El Patio, como coctelería, propone con sus tragos de autor un viaje por los países del otro lado del Atlántico. Este espacio se abre en canal para recibir a la clientela más disfrutona y conocedora de que la vida son dos días y es para gozarla; una esencia con la que se ha ganado el corazón de Chamberí y de toda la capital como uno de los sitios esenciales para disfrutar de la mixología más atrevida. El malagueño Daniel Font, head bartender, es el líder de esta coctelería particular, que cuenta con una puesta en escena que nos transporta a la autenticidad de estos países en los que las flores, los balcones, la vegetación, el bullicio e incluso el murmullo del agua —hay una fuente— juegan un papel fundamental en la experiencia. Sus creaciones, con sabores que van del picante al tropical, pasando por el amargo, tienen una presentación rompedora en línea con el storytelling de cada uno de ellos.
Para cualquier momento del día, ya sea un afterwork, un tardeo de fin de semana, un mediodía en el que te lías o una noche en la que quieres exprimir cada momento, El Patio ofrece múltiples opciones para descubrir los países latinoamericanos a partir de la mixología —también tiene una carta de picoteo—. Además, a partir de noviembre acogerá todos los martes sesiones de guest bartending, en las que destacados cocteleros nacionales e internacionales deleitarán a los asistentes con creaciones originales por una noche; una propuesta que se sumará a su original tardeo ‘Art Afterwork’, en el que el arte y los cócteles serán la guinda perfecta a esos interminables días de trabajo.
GENIALIDAD EN UN VASO
El Patio nada tiene nada que ver con esa imagen de cocktail bar clásico; el color, la vegetación, el brillo, la viveza y la música te atrapan desde un primer momento y te invitan a disfrutar de una experiencia única. Su carácter abierto marca el ritmo, con un staff que tiene en la pasión su máximo aliado. El bartender Daniel Font firma la carta de cócteles compuesta por 11 tragos de autor, que consiguen con cada sorbo trasladar al cliente a un viaje por las Américas inolvidable, donde el disfrute va de la mano de una copa cargada de sabor, ingenio e imaginación. Como un auténtico cicerone, Font es creador de experiencias únicas que no dejarán a nadie indiferente. Se trata de una coctelería fresca, elaborada al momento, casera, ya que muchos de los ingredientes los hacen en el propio local —ginger beer, cordial de leche de tigre, etc.—, y muy medida: la producción que implica cada receta es muy elevada.
El tequila, el mezcal, el ron, el pisco, la ginebra o el whisky son algunos de los destilados que protagonizan esta atrevida carta, que se combinan con ingredientes exóticos, como el açai, el achiote o el tomate de árbol. El resultado son tragos canallas, pero elegantes, frescos, especiados y picantes. El viaje mixológico por el continente americano nos lleva a visitar Oaxaca, Cartagena de Indias, Santo Domingo, Cuzco, Sinaloa, La Habana, Jalisco, Tulum, Cabo de San Lucas, San Juan y Río de Janeiro, donde encontramos cócteles frutales, cítricos, tropicales y picantes.
En el Patio, la coctelería va de la mano de la gastronomía, que completa esta experiencia inmersiva con sabor a Latam. Una carta de picoteo —es una versión reducida de la que se puede degustar en La Estancia— pensada para compartir, firmada por los chefs de MamaQuilla, Jorge Velasco y Joaquín Serrano, y con un alma viajera y canalla en todos los platos. Los comensales pueden deleitarse con antojitos, como el pandebono criollo o la original gilda; con platos picantes, como el tiradito de pargo o la ensaladilla encausada de carbinero; con recetas para comer con las manos, como los tacos o las arepitas; con elaboraciones pasadas por el fuego, como el arroz chaufa o la pesca del día a la brasa adobada, o con postres como el coulant de chocolate.