Aprende a mantener una comunicación efectiva en tu relación y evita discusiones repetitivas
Es importante darles un propósito a las discusiones y buscar soluciones concretas. La escucha activa y empática es clave para entender al otro y cambiar nuestra actitud hacia el problema. Con estos consejos, podrás transformar la dinámica de las discusiones de pareja. (Por Paloma Aleñar Psicóloga de Confort Mental)
¿Cómo evitar discusiones repetitivas?
¿Te ha pasado que a veces durante una discusión sientes que estás viviendo un enorme DEJA VÚ? Esto ocurre porque solemos invertir mucho tiempo en repetir discusiones planteadas hace tiempo. Discutir en pareja es normal e incluso es sano hacerlo. El problema aparece cuando discutimos muchas veces por la misma razón. Por ejemplo, imagina que no te gusta que tu pareja te despierte antes de tiempo, y eso está generando peleas cada mañana. Una vez hablado llegáis a la conclusión de que, por su parte, debe cambiar la alarma, y, a cambio, tú debes intentar entender su situación y cuidar las formas de comunicárselo.
Al cabo de un tiempo, cambia la alarma, pero sigue despertándote todas las mañanas con otros ruidos, por lo tanto, sigue habiendo discusiones. Aquí el problema es que, a pesar de encontrar una solución, esta solución no recoge todas las necesidades del problema, esto ocurre porque no se planteó el “tener cuidado con los diferentes ruidos”.
Discutir con propósito: la clave para evitar repetir conflictos
En minutos, puedes aprender a darle un propósito a tus discusiones y evitar la repetición de conflictos. La temática se centra en hacer que las discusiones sean efectivas. No se trata de discutir menos, sino de discutir bien. Una discusión debe tener consecuencias que produzcan un cambio, es decir, debemos encontrar la solución sin dejarlo pasar y solo así esa discusión tendrá sentido. Si no, lo más probable, es que pronto volvamos a vivir la misma situación.
Por otra parte, es importante que evitemos palabras como “siempre” o “nunca”. Por ejemplo, “siempre dejas la ropa en el suelo” o “nunca recoges tu botella de agua”, y en su lugar intentemos referirnos a comportamientos en un tiempo específico, como “esta mañana” o “ayer”. Además, si al referirnos a esos comportamientos tratamos de llevarlos al plano de las emociones será mucho más fácil que la discusión termine antes. Por ejemplo, suena diferente cuando decimos “Siempre dejas tu ropa tirada” a “Me siento muy agobiada cuando veo ropa por el suelo de casa”.
Escucha activa: la clave para una comunicación empática
Otra cosa que suele ocurrir durante una discusión es que nos cuesta mucho atender a lo que nos dice el otro. Solemos estar más pendientes de lo que nos tocará decir a nosotros después y por eso nos perdemos muchos detalles de su discurso. Si intentamos atender de forma empática, esto es, atendiendo a los sentimientos del otro, nos ayudará a entender mejor su situación y a empatizar. Esto también nos dará pie a tener una actitud diferente hacia el problema.
Unión frente a la adversidad: trabajando juntos para resolver
Cuando entendemos que el problema es “el enemigo” y nosotros somos un equipo buscando una solución, ayudamos a rebajar la tensión. Por ejemplo “Yo tengo que madrugar para ir al trabajo, pero tu trabajas de noche, ¿cómo podemos seguir durmiendo juntos?” Aquí el enemigo no somos nosotros, sino nuestros horarios, ritmos de sueño, etc. Desde este plano la discusión toma otro camino.
Por último, si no hemos conseguido gestionar la discusión de forma adecuada y vemos que la situación empeora por momentos es cuando debemos hacer uso de la técnica del semáforo. Además, es importante que si llegamos a este punto en numerosas situaciones busquemos ayuda profesional para adquirir nuevas herramientas y evitar el sufrimiento que esto conlleva.
Como conclusión, entendemos por “discutir bien”:
- No dejar pasar una discusión sin encontrar la solución.
- Evitar generalizar con expresiones como “nunca, ya estás otra vez, siempre etc.”, mejor referirnos a comportamientos específicos.
- Cuando nos referimos a ese comportamiento es mejor hacerlo hablando de cómo te hace sentir a ti para ayudar a rebajar el nivel de tensión y favorecer la empatía.
- Escuchar de forma empática, y entender las emociones que conlleva.
- Tomar una actitud de unión frente al problema.
- Técnica del semáforo o tiempo fuera.